19.2.06

RESABIOS ANDINOS

Olores, sabores y colores que emanan intensidad. Sonidos, personas y lugares que construyen diariamente una verdadera sinfonía andina; retazos de sueños e historia incaica que se convierten en verdaderos fetiches para cualquier viajero que ose poner un pie en la pachamama de Viracocha ..


"América, me hueles a Guayana, a cordillera helada, a tierra verde y lluvia tropical. Me hueles a pradera y a eterna primavera, me hueles a futuro y libertad"


Uno se imagina que basta con llegar el norte argentino, dejar atrás Purmamarca, Tilcara y La Quiaca y con un salto adentro de un viejo colectivo comenzar la aventura de transitar el altiplano de Bolivia y Perú; pero no, queda mucho más lejos que eso. La distancia no se puede medir en kilómetros porque lo que nos separa de la cultura andina está en la cabeza.
Los olores, los colores y los sabores del altiplano representan un fetiche para cualquier viajero que ose colocar un pie en esa tierra plagada de costumbres y hábitos incaicos...
En Bolivia y Perú, el mercado es una geografía de callecitas angostas donde todos venden algo y mirar significa comprar. Hasta los colores tienen precio. La consigna es caminar ligerito por esos laberintos para no ser abrumado por los cientos de vendedores y vendedoras que están al acecho y ofrecen alimentos, artesanías y diversidad de productos aplicando el clásico regateo, dado que en esos países regatear es ley. "Ida a cualquier parte o camino por donde se hace", cita el diccionario español en alguna de sus definiciones de la palabra viaje. A orillas de un camino de tierra, plagado de pozos que dificultan el tránsito me pregunto como se describiría un recorrido que entra y sale de las venas abiertas de América Latina.
Kilómetros de calles de tierra a lo largo del altiplano conectan pueblos, historias y gentes que se hilvanan con el viento y la sequía, quizás los únicos habitantes fijos que conozcan cada rincón y misterio inagotable de la idiosincrasia andina.

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