18.2.06

Emprendiendo el regreso

Allí en Nazca comenzaba nuestro regreso y el balance acerca del camino que habíamos estado recorriendo durante un mes.
La vuelta nos sorprendió exhaustas y por tal motivo decidimos regresar por Chile. Tomamos un bus hasta Tacna y luego de pasar la frontera llegamos a Arika, ciudad de la costa Chilena que antes de la guerra del pacífico pertenecía a Perú y hoy por hoy se ha convertido en el blanco de las peleas entre Chilenos y Peruanos.
Chile inspiró en nosotras la sensación de estar más cerca de casa. Nuestros relojes volvieron al horario normal, nuestros hábitos en las comidas y muchos otros códigos también volvieron a ser casi los mismos que en Argentina.
Chile es un país realmente bello por explorar y descubrir salvo que para los Argentinos eso implica contar con un poco de dinero dado que hoy por hoy resulta caro ir para cualquier Argentino que desee conocer esa bella tierra... Nosotras no eramos la excepción, para ese entonces contábamos con 50 dólares que debían alcanzarnos para cruzar hasta Antofagasta y San Pedro de Atacama y de ahí ingresar a Argentina por el norte argentino...
En Arika permanecimos dos días disfrutando de la energía inigualable que proporciona el mar e intentando escuchar algunos de los secretos que las aguas marítimas guardan entrañablemente. Luego continuamos rodeando el norte Chileno hasta llegar a San Pedro de Atacama, pequeño pueblito andino que esconde en cada rincón de sus entrañas el alma del altiplano...
Ingresar a Atacama es similar que estar en cualquier población de Bolivia. ¿ Cómo es posible que algún punto ínfimo de Chile tenga resabios Bolivianos?. Solo pude responderme esa pregunta cuando alguien de allí me explicó que previo a la guerra del pacífico, Antofagasta y Atacama también pertenecían a Bolivia y por ello por más que las fronteras hacen de esta población una porción de territorio chileno, su idiosincrasia, sus hábitos y costumbres son completamente andinas...
Allí permanecimos dos días en medio de un desierto que nos mostró su lado más caluroso durante el día y sus arrolladores fríos desérticos durante las dos noches que pernoctamos en ese pequeño pueblo en el suelo de una carpa sin aislante ni bolsa de dormir, dado que se me había extraviado durante el recorrido... Pese a todo dormimos como si fuera la última vez; sin lugar a dudas el cansancio era mayor que toda circunstancia...

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