Copacabana es un fiel reflejo de esos pequeños pueblos que esconden un sincretismo muy fuerte en sus entrañas. Sus habitantes son igualmente fieles a la Virgen pero también a sus creencias más propias. Esa dualidad cultural viviendo al unísono no ha dejado de sorprenderme a lo largo de todo el viaje dado que en esta tierra, tan silenciada, en donde tanta sangre corrió para que olvidaran sus propias raíces, no surtió efecto el plan de los colonizadores que pretendían acallar a un pueblo y toda su consecuente simbología cultural...
Lejos de eso, en el altiplano es muy frecuente observar una gran conjunción cultural. La imagen de los dos toros de prosperidad en los techos de las casas, así como la adoración al puma, la serpiente y el halcón, los tres animales sagrados para la cultura andina, son tan vistas como la imagen de una cruz católica. Favorablemente, ni un millón de sangre derramada puede matar lo que es propio de un pueblo, lo que nace espontáneamente de sus más profundas entrañas...
Lejos de eso, en el altiplano es muy frecuente observar una gran conjunción cultural. La imagen de los dos toros de prosperidad en los techos de las casas, así como la adoración al puma, la serpiente y el halcón, los tres animales sagrados para la cultura andina, son tan vistas como la imagen de una cruz católica. Favorablemente, ni un millón de sangre derramada puede matar lo que es propio de un pueblo, lo que nace espontáneamente de sus más profundas entrañas...
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