Amanecimos con el ruido de muchas voces, trompetas y bailes que parecían provenir de la plaza de San Pedro de Atacama... Sin comprender el porque de esos sonidos nos dirigimos a la pequeña plaza del pueblo y nos encontramos con una multitud de personas que bailaban al compás de la música y vestían ropa típica del altiplano...Sin darnos cuenta estabamos siendo parte de un autentico carnaval andino, uno de los más famosos junto al de la ciudad de Oruro que por representar tan fielmente la idiosincrasia de un pueblo, la Unesco a nombrado patrimonio cultural de la humanidad.
Las horas pasaban en esa pequeña población que parece encontrarse perdida en los confines del mundo. Españoles, Belgas, Suecos, Ingleses y franceses tomaban fotos ante aquel espectáculo vivido en pleno centro Atacameño, mientras los bares ofrecían Pisco y diversas bebidas para calmar la sed que generaban semejantes temperaturas en el desierto...
Cuando quisimos acordar nuestras billeteras contaban tan solo con 2000 pesos Chilenos, equivalentes a 25 pesos argentinos y aun debíamos entrar a Argentina y llegar sanas y salvas a casa. La desesperación no se hizo eco en nuestras mentes, optamos por averiguar el precio de los boletos y para nuestra verdadera sorpresa los pasajes salían cerca de 30 mil chilenos y estaban agotados por dos semanas...
Comenzamos entonces a pensar seriamente en la posibilidad de hacer dedo desde la aduana chilena, que se encuentra unas cuadras del pueblo... y sin dar demasiadas vueltas partimos para allá y comenzamos a preguntarle a diversos camioneros paraguayos, brasileños y argentinos si no tenían lugar para dos chicas sin dinero... Todos decían no poder llevarnos por diversas razones, nuestros ánimos ya se encontraban algo caldeados.
Cuando ya nuestras esperanzas eran remotas respecto de la posibilidad de volver rápidamente a Argentina, de pronto un camionero argentino se ofreció a llevarnos y en alguna medida a "salvarnos la vida"...
Así fue la recta final que emprendimos por América Latina, recorriendo paisajes inigualables en un camión Volvo de carga pesada y disfrutando del desierto de Atacama, la Quebrada de Humahuaca, el cerro de los siete colores y muchos otros lugares únicos en la faz de la tierra...
América, te me escapas a cada instante de toda definición posible. Sos tan multifacética que no puedo mencionarte, sos tan misteriosa, intensa y empalagosa que no puedo racionalizarte.
América, emanas tantos olores y sabores como las razas que habitan en tu vientre, desfalleces a mis sentidos y aceleras mi latir, me dueles como un estigma cada vez que te exploro y descubro que sos energía andina fluyendo por el aire...
Las horas pasaban en esa pequeña población que parece encontrarse perdida en los confines del mundo. Españoles, Belgas, Suecos, Ingleses y franceses tomaban fotos ante aquel espectáculo vivido en pleno centro Atacameño, mientras los bares ofrecían Pisco y diversas bebidas para calmar la sed que generaban semejantes temperaturas en el desierto...
Cuando quisimos acordar nuestras billeteras contaban tan solo con 2000 pesos Chilenos, equivalentes a 25 pesos argentinos y aun debíamos entrar a Argentina y llegar sanas y salvas a casa. La desesperación no se hizo eco en nuestras mentes, optamos por averiguar el precio de los boletos y para nuestra verdadera sorpresa los pasajes salían cerca de 30 mil chilenos y estaban agotados por dos semanas...
Comenzamos entonces a pensar seriamente en la posibilidad de hacer dedo desde la aduana chilena, que se encuentra unas cuadras del pueblo... y sin dar demasiadas vueltas partimos para allá y comenzamos a preguntarle a diversos camioneros paraguayos, brasileños y argentinos si no tenían lugar para dos chicas sin dinero... Todos decían no poder llevarnos por diversas razones, nuestros ánimos ya se encontraban algo caldeados.
Cuando ya nuestras esperanzas eran remotas respecto de la posibilidad de volver rápidamente a Argentina, de pronto un camionero argentino se ofreció a llevarnos y en alguna medida a "salvarnos la vida"...
Así fue la recta final que emprendimos por América Latina, recorriendo paisajes inigualables en un camión Volvo de carga pesada y disfrutando del desierto de Atacama, la Quebrada de Humahuaca, el cerro de los siete colores y muchos otros lugares únicos en la faz de la tierra...
América, te me escapas a cada instante de toda definición posible. Sos tan multifacética que no puedo mencionarte, sos tan misteriosa, intensa y empalagosa que no puedo racionalizarte.
América, emanas tantos olores y sabores como las razas que habitan en tu vientre, desfalleces a mis sentidos y aceleras mi latir, me dueles como un estigma cada vez que te exploro y descubro que sos energía andina fluyendo por el aire...
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